Considero que el término espiritualidad vuelve a estar de moda y se pone de moda porque la humanidad está en crisis en todos sus campos, en el campo social, político, ambiental, económico, en la salud, etc. Veamos un poco el porqué.
El término espiritualidad no suelo utilizarlo, ya que generalmente lo encuentro asociado a ideologías religiosas y vertientes de índole filosófico y estas se acuñan un status de poseedores de la verdad y cuando ello sucede terminas sacrificando posiblemente una verdad más amplia por un intervalo de verdad sujeto a una tendencia, creencia o ideología.
Al haber múltiples verdades sobre un mismo tema (ejemplo variados Dioses) se genera división en la humanidad, por ello no debemos abordar el tema de espiritualidad o consciencia desde las tendencias que generan división o dualidad, la consciencia para mí es la verdad y esta no está sujeta a la diversidad de opiniones o creencias.
La verdad, como la consciencia, no es cambiante y no depende del ángulo visual (o creencia), ella está en todo momento.
No, no le pertenece a ningún ente en particular, solo a ti, ella lo permea todo, es como el mar y tu eres como una gota del mar, eres parte de esa consciencia, aunque aún, es posible que no lo hallas contemplado de esa manera.
En el año 2012 en una clínica de Cali, fui declarado muerto después de presentar una reacción alérgica a un líquido de contraste intravenoso para una tomografía intraocular, muerte que no duro más de 2 minutos, ya que la instrumentación que censaba las señales vitales de mi organismo se reactivaron, aquí lo curioso en los mencionados dos minutos es que yo intentaba tranquilamente decirle al equipo médico, que yo estaba bien. Allí mi forma de ver la vida tuvo un viraje, quizá por ello muchos dicen que digo cosas raras, este escrito para muchos, sera una de esas cosas raras.
La verdad no lo sé, no es lo relevante en este escrito, solo sé que somos más que el cuerpo, que somos más que la mente y que hoy para mí todos somos consciencia, consciencia que se maravilla a sí misma con la consciencia absoluta a la que algunos llaman Dios, pero no un Dios hebreo, o musulmán, hindú, etc. No es de nacionalidad definida, ni apariencia definida, solo es todo, es consciencia.
Una vez comprendamos el juego de la mente y su dualidad, una vez la observemos desde la consciencia, el sufrimiento cesará; mientras tanto, la experiencia será de contraste, será de salud/enfermedad, pobreza/abundancia, amor/desamor, etc. Todo con un fin, el de evolucionar desde el discernimiento hacia estados superiores de consciencia donde cese lo dual y quede tu absoluta consciencia de gozo, donde ya reconozcamos nuestra verdadera identidad.
Pronto recordarás que eres absolutamente consciente, un ser que es capaz de vigilar a su mente, a su ego, a su condicionamiento. Pronto aflorará lo que realmente eres: un ser dichoso, saludable, compasivo, un ser sintiente, un ser creador, un ser de amor.
Escrito por:
Juan Carlos
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